jueves, 18 de agosto de 2011

Aquí viene.


                         

Así que empieza a dejar de aferrarte. Los paseos por las tardes antes de coger el autobús, los caramelitos que guardaba en el bolso, los cuentos de siempre, los disfraces improvisados, las canicas que siempre me escondía por toda la casa para que no le rallara el parqué, pero que siempre encontraba. Vuelve otra vez su voz cuando me reñía por subirme a la barandilla del balcón para poder verlo todo. Las fotos de su infancia que seguirán en la misma estantería de siempre cogiendo polvo y años en una habitación cerrada donde ya nadie respira, solo aire inmóvil, inerte en un espacio que nadie toca por miedo a borrar sus huellas, la lista de la compra sigue sobre la mesa del salón con su letra escrita con cuidado y, nadie va a escuchar ahora a esa letra porque no tendría sentido, solo por eso. Todas las horquillas del pelo que luego dejó de ponerse porque la vida le quitó la oportunidad pero, da igual, sinceramente seguía estando guapa, más guapa que nunca. 
Vuelve, suena estúpido pero vuelve cuanto antes.
Suena como no haber aprovechado el tiempo cuando el suyo estaba cronometrado. Suena como, adiós.