martes, 26 de agosto de 2014

Sweet Lover - Justin Nozuka de fondo, lluvia golpeando los cristales y sinceridad golpeando mis adentros.

Un día me enseñaron que la mejor forma de simplificar las cosas complicadas de la vida es ejemplificarlas de forma sencilla.
Desde entonces, y tras un largo invierno cubierto de neopreno, intentando subirme a una ola y no solo a una tabla, uní cabos y he llegado a la conclusión de que la vida presenta oportunidades todo el tiempo (unas las vemos, otras no las queremos ver) que se parecen mucho a una ola. 
Unas las ves venir, otras engañan con apariencias, otras llegan de repente, o poco a poco y creciendo, depende. 
Pero si algo las caracteriza a todas es que una vez llegan, solo puedes pillarlas y dejarte llevar (y lo que tenga que ser será), o dejarlas pasar y tener por seguro que nunca más habrá otra igual, ni esta va a volver. 
Sin embargo, y dándole vueltas al mismo ejemplo. ¿Qué ocurre cuando viene una serie de olas y te ves forzado a elegir? ¿Cogerías la primera arriesgándote a caer y que la segunda termine hundiéndote? ¿la última por seguridad, perdiendo la oportunidad de las otras? en cualquier caso, ¿arriesgarías?.
El coste de oportunidad en la vida no deja indiferente a nadie. Elegir es renunciar.
Incluso el no querer renunciar a nada, podría acabar en perderlo todo (la avaricia rompe el saco), incluso el no decir algo por evitar el daño trae consigo más daño. Incluso, por estar a demasiadas cosas nunca estás suficiente.
Incluso, si yo misma dentro de unos años pudiera volver atrás en el tiempo y decirme algo ahora, seguramente me diría que deje lo que estoy haciendo en este momento, y tome otro camino.
Y aun sabiéndolo no me importa porque todos los caminos llevan a Roma, aunque me la den del revés.
Y eso, lo que mueve nuestra vida, lo que nos impulsa a hacer cosas, el amor por un trabajo, la vocación, el amor por seguir aprendiendo, por la familia, los amigos, por una obra de arte, por una composición de música, por una canción, la vida, la playa, la montaña, los rascacielos, las mascotas, por el amor de tu vida. Eso, es lo que cuenta.
Porque todos las personas y todas las canciones son iguales, hasta que las haces tuyas.
Es entonces cuando descubres que no habrá nada ni nadie que se les vuelva a parecer, o que puedas reemplazarlas.
Porque todos los lugares son lugares, hasta que dejas tu huella en el suelo, y se convierten en personas y en recuerdos, y en recuerdos de personas, y en personas que recuerdan, como yo, que darle vueltas a una misma idea es entrar en un ciclo, en un movimiento circular similar al que siguen las olas del mar. Porque la vida se parece al mar, y las oportunidades, como empecé diciendo, a olas. Porque...



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